Cuando una población de parásitos se ha hecho resistente a un antiparasitario hasta el punto de que el producto ya no ofrece un control suficiente, de ordinario es demasiado tarde para «salvar» el producto (muy probablemente también la clase química a la que pertenece), pero no es demasiado tarde para resolver el problema del parásito, aunque puede ser engorroso y exigir algunos cambios de manejo en la propiedad.

Ahora bien, si la población de parásitos era ya resistente a una clase química y, además, se desarrolla resistencia a otra clase química más, es decir, se vuelve multiresistente, la cuestión empieza a ser mucho más delicada, pues el número de clases químicas con mecanismos de acción diferentes es limitado.

Fuerte infestación de mosca de los cuernos, uno de los parásitos externos con mayores problemas de resistencia

En general, y para los ectoparásitos que típicamente tienen problemas de resistencia, una vez surgida la resistencia a una clase química en una propiedad, salvo muy pocas excepciones, la única solución realista es cambiar a un producto con otro mecanismo de acción, es decir, a otra clase química. Y al mismo tiempo es imprescindible aplicar todas las medidas preventivas y de control no químico disponibles para cada parásito, siempre que no exijan recursos excesivos.

No es solución aumentar la dosis o tratar más frecuentemente el ganado, esto último es algo muy común: sólo se logra acelerar el desarrollo de la resistencia y reforzarla. Además puede ser dañino para el ganado o los trabajadores, puede provocar residuos excesivos e ilegales en carne, leche y lana que son capaces de originar problemas comerciales en la exportación de estos productos. Si, por las razones que sea, se ve necesario aumentar la dosis, es mejor relizar dos aplicaciones con un intervalo de 12 a 24 horas a la dosis recomendada, que doblar la dosis. El riesgo de posibles problemas de tolerancia del ganado es menor, y en algunos casos la eficacia de dos dosis normales seguidas es mayor que la de una dosis doble

En el fondo se trata de aplicar el manejo o control integrado de plagas (MIP). Y de abandonar definitivamentela actitud de reducir el control de un parásito a la aplicación masiva de antiparasitarios.

Obviamente, las medidas para prevenir la aparición de una segunda resistencia son válidas y deben aplicarse también antes de que haya aparecido ninguna resistencia. Seguidamente se explican las medidas preventivas más importantes y algunas implicaciones prácticas, independientemente de los métodos no químicos de control que ya se explican en este sitio en los artículos sobre cada parásito, o en los dedicados al control biológico (enlace) y a vacunas y plantas medicinales (enlace).


Cambio de producto antiparasitario (rotación) como prevención o control de la resistencia

Nunca se insistirá demasiado: si ha surgido ya resistencia a un compuesto o hay seria sospecha, hay que cambiar (rotar) a un producto con un mecanismo de acción diferente al que causó la resistencia. No basta con cambiar de marca (o de laboratorio), o de formulación, o de método de aplicación (de baño a pour-on, a orejera, etc.) ni, de ordinario, cambiar de sustancia activa: hay que cambiar de clase química. Sin olvidar además que organofosforados y carbamatos tienen casi siempre resistencia cruzada.

El problema es que de los cientos de marcas y productos ectoparasiticidas disponibles en la mayoría de los mercados, el 95% contienen algunas de las sustancias activas siguientes:

En el caso de los antihelmínticos ocurre algo similar, pues aprox. el 95% contienen

Es decir, cientos de productos pero sólo 5 clases químicas ectoparasiticidas y 3 antihelmínticas. Al cambiar de producto es pues imperativo asegurarse de que se está cambiando de clase química.


Rotación de productos antiparasitarios como prevención o control de la resistencia

Se entiende por rotación de productos el cambio periódico de un producto de una clase química, a otro DE OTRA CLASE QUÍMICA DIFERENTE, sin esperar a que haya surgido ya un problema de resistencia a una de esas clases químicas entre las que se rota (p.ej. de un organofosforado a un piretroide y/o a una amidina; entre un benzimidazol y el levamisol, etc.). Si ya surgió resistencia a una clase química en una propiedad, no tiene ningún sentido seguirla utilizando en un programa de rotación.

Desde hace muchos años persisten las opiniones encontradas sobre qué estrategia da mejor resultado a largo plazo en una propiedad con respecto a la prevención de la resistencia: «agotar» una clase química aplicándola sin interrupción hasta que surja la resistencia, y entonces cambiar (o indebidamente dicho "rotar" en este caso) a otra clase química; o bien rotar periódicamente la clase química antes de que ninguno de los productos haya dado signos de resistencia.

Dicho de otro modo: si hubiera, p.ej., tres clases químicas diferentes disponibles, ¿cómo se tardará más tiempo en llegar al punto en que la población de parásitos se haya hecho resistente a las tres? ¿Agotando una clase tras la otra, o rotando entre ellas? A esta pregunta no hay una respuesta definitiva y específica para cada especie de parásito apoyada firmemente en estudios de campo: entre otras razones porque llevar a cabo tales estudios de campo sería muy costoso y llevaría decenios hacerlo.

De hecho, hasta no hace mucho se seguía mayormente la práctica de "agotar un producto" antes de cambiar a otro, pero sin ninguna base en estudios de campo, simplemente por una cierta inercia, porque es más cómodo no cambiar, y porque "más vale malo conocido que bueno por conocer"... Y, todo hay que decirlo, también porque, en el pasado, poquísimos laboratorios recomendaban a un cliente que abandonara su producto para usar otro de la competencia.

Actualmente, con el advenimiento de los piretroides y endectocidas genéricos, casi todos los laboratorios disponen de productos alternativos de otra clase química para rotar (en el caso de las garrapatas p.ej. de un piretroide, a una amidina, a un endectocida, etc.). Pero este no era el caso en el pasado, cuando había menos productos genéricos. Sólo unos pocos laboratorios multinacionales poseían una gama de productos completa en este sentido. Para la mayoría de los laboratorios, recomendar la rotación antes de agotar el producto significaba perder un cliente, pues ellos no tenían productos con clases químicas diferentes para combatir el mismo parásito.

Hoy en día la balanza parece inclinarse hacia el otro lado: para prevenir la resistencia es mejor no «agotar» una clase química sino rotar periódicamente de clase química antes de que surja la resistencia. Entre los ectoparásitos hay indicios de que es el caso para el control de las moscas de los cuernos y de las garrapatas Boophilus microplus (= Rhipicephalus microplus). En el caso de Boophilus hay estudios en laboratorio que apoyan esta opción. Y la rotación preventiva se recomienda oficialmente en muchos países para el uso de antibióticos en seres humanos y animales, así como para el control de plagas agrícolas.

De hecho, apenas hay razones de peso para pensar que deba ser de otro modo en las garrapatas, en las moscas domésticas o en cualquier otro parásito externo o interno del ganado. En fin, quien cambie de producto antes de que esté "agotado" por haber desarrollado resistencia, no corre ningún riesgo indebido: en el peor de los casos, si no queda satisfecho con el nuevo producto, puede volver a utilizar el que usaba antes, y los dos o tres tratamientos con el otro producto pueden haber reducido en parte los posibles parásitos resistentes en la población.

¿Cada cuánto tiempo conviene rotar?

Depende de la rapidez con la que cada parásito es capaz de reproducirse en un lugar concreto. Cuanto más rápido se reproduce, más frecuentemente hay que rotar. Según experiencias de laboratorio (sobre todo con moscas domésticas y moscas de los cuernos) pueden bastar 10 generaciones para que surja ya una resistencia moderada a un nuevo compuesto, y 20 a 30 generaciones para que la resistencia alcance niveles considerables, siempre que no haya ya una resistencia previa a otros compuestos. Si se da esa resistencia previa a otros compuestos, pueden bastar 5 a 10 generaciones para que se establezca la resistencia al nuevo compuesto. En antihelmínticos hay reportes similares con respecto al desarrollo de resistencia de gusanos del género Haemonchus a los antihelmínticos (ivermectina, benzimidazoles,etc.).

A nivel de campo hay casos reportados de resistencia surgida tras sólo 3 o 4 años de comenzar a usar una clase química (p.ej. de la mosca de los cuernos a piretroides, o de piojos masticadores ovinos a las benzoilureas).

Basándose en esto y teniendo en cuenta el número de generaciones anuales posibles de cada parásito y el objetivo de no superar las 10-20 generaciones, lo razonable para las especies a riesgo sería lo siguiente:

  • Garrapatas Bophilus: 3 a 5 generaciones al año:  rotar cada 3 a 5 años
  • Moscas de los cuernos (Haematonia irritans): 10 y más generaciones:  rotar cada 12 a 18 meses
  • Sarna psoróptica ovina (Psoroptes ovis): 4 a 8 generaciones al año: rotar cada 2 a 3 años
  • Ácaros rojos de las gallinas (Dermanyssus gallinae): 15 y más generaciones al año: rotar cada 6 a 12 meses
  • Moscas domésticas (Musca domestica): 10 y más generaciones al año: rotar cada 12 a 18 meses
  • Nematodos gastrointestinales: 4 a 10 generaciones al año: rotar cada 2 a 3 años
  • Fasciola hepatica: 1-3 generaciones al año, rotar cada 4-6 años

Obviamente, se puede rotar antes. Si esto no trae inconvenientes de manejo, sería todavía mejor rotar con más frecuencia. Si para su región hay recomendaciones oficiales al respecto, aténgase a ellas.

La rotación resulta incómoda cuando se usa un bañadero de inmersión para bovinos que sólo se vacía cada uno a dos años. En este caso la rotación puede hacerse cada vez que haya que vaciar el bañadero. Pero también puede organizarse el manejo del hato de modo que se utilice el baño (de inmersión o aspersión) con una clase química durante una temporada del año, p.ej. cuando el ganado está pastando cerca del bañadero; y durante otra temporada del año, cuando el ganado esté lejos del bañadero, usar un pour-on, u orejeras (si es para moscas de los cuernos) con otra clase química.

Con todos los demás métodos de aplicación de parasiticidas (túnel de aspersión, aspersión manual o mecanizada, pour-ons, orejeras, inyectables, cebos, suspensiones orales de antihelmínticos, etc.) se puede rotar de clase química en cualquier momento.


Tratamientos antiparasitarios en mosaico

Consisten en tratar algunos de los animales de una propiedad con una clase química y, al mismo tiempo, otros animales con otra clase química, siempre contra el mismo parásito, y esto durante todo el año o temporada.

Por ejemplo, para el control de garrapatas Boophilus en bovinos se pueden tratar los terneros, vacas preñadas y animales debilitados con un pour-on de una clase química (p.ej. piretroide, endectocida, fluazurón, fipronil) o con la vacuna, y el resto por baño con un producto de otra clase química (p.ej. amitraz o un organofosforado). Esto tiene sentido si todos los animales ocupan los mismos pastos, pues así las garrapatas de esos pastos estarán siendo combatidas con dos mecanismos de acción diferentes, que es una buena estrategia para retardar la aparición de resistencia. Ahora bien, sobre todo en el caso de pour-ons, no puede excluirse un traspase de sustancia activa de unos animales a otros, es decir, se reduciría el efecto mosaico, pues muchos animales nominalmente no tratados se habrían "contaminado" por contacto.

En el caso de tratamientos en mosaico hay que evitar tratar los animales que están siempre en el mismo lugar (en el mismo potrero, en el mismo establo, en el mismo gallinero, etc.) siempre con la misma clase química, y los que están siempre en otro lugar (otro potrero, otro gallinero, etc.) siempre con otra clase química: en este caso no habría realmente un mosaico, porque lo que cuenta es tratar la población de parásitos (que en el caso de garrapatas, ácaros y piojos apenas se desplazan de un lugar a otro) con diferentes clase químicas, no el ganado.

Contra las moscas de los cuernos se puede tratar simplemente una parte del hato con orejeras (de piretroides u organofosforados) y otra parte del hato con un pour-on (de fipronil o endectocida). Como las moscas se desplazan con facilidad, no hay inconveniente en que cada parte del ganado ocupe regularmente áreas diferentes. Es más, conviene que sea así, pues, como ya se ha dicho para las garrapatas, el traspaso de una parte de la sustancia activa de unos animales a otros no puede excluirse tras la aplicación de un pour-on o de orejeras, lo que equivale a una subdosificación. Si el ganado tratado con un pour-on está separado del tratado con orejeras, esta subdosificación no se da.

Contra las moscas domésticas hay infinidad de posibilidades de tratamientos en mosaico, sobre todo combinando el uso de adulticidas (cebos, trampas, fumigación, etc. con multitud de clases químicas) con el de inhibidores del desarrollo o larvicidas (benzoilureas, ciromazina, metopreno, etc.) para el tratamiento del estiércol y los desechos.

Contra los nematodos gastrointestinales tampoco hay dificultades insolubles de manejo para realizar tratamientos en mosaico.


Mezclas de antiparasitarios

La conveniencia de usar productos que contienen una mezcla de varias sustancias activas se ha debatido mucho. En el contexto de la prevención de la resistencia, la regla fundamental es que tiene sentido si se trata de dos sustancias activas con mecanismos de acción diferentes y si el parásito no es aún resistente a ninguna de las dos sustancias activas. En este caso, se supone que atacar al parásito con dos mecanismos de acción diferentes retardará sustancialmente el desarrollo de resistencia del parásito a dichas clases químicas. Para la prevención de la resistencia las mezclas no tienen ningún valor si se trata de dos sustancias activas con el mismo mecanismo de acción.

Si un parásito es ya resistente a una de las sustancias activas de la mezcla, el uso de la mezcla no hará sino agravar la resistencia a dicha sustancia activa, y el riesgo de desarrollo de multiresistencia es mucho mayor que si sólo se empleara el componente de la mezcla que aún no tiene resistencia.

Desde el punto de vista de la resistencia y para los parásitos externos, no hay muchas mezclas realmente distintas disponibles para el control de ectoparásitos. La oferta se reduce casi siempre a: organofosforado + amidina, piretroide + amidina o piretroide + organofosforado. Hay algunas mezclas de otro tipo (p.ej. de pesticidas con desinfectantes en los curabicheras topicales) que no son relevantes para el tema de la resistencia. Una mezcla muy frecuente hoy en día en pour-ons mosquicidas o incluso garrapaticidas en numerosos países es cipermetrina (piretroide) + etión (organofosforado). Comercialmente puede tener sentido, pues se piensa que si no trabaja el piretroide, ya trabajará el organofosforado, o viceversa. Pero desde el punto de vista de la resistencia, es muy de temer que la resistencia a los piretroides está ya tan extendida, que con la mezcla lo que se está haciendo es mantenerla y reforzarla, y al mismo tiempo se contribuye a desarrollar la resistencia al organofosforado. O sea, que no será de extrañar que en algunos años se extienda la resistencia simultánea doble, a los organofosforados y a los piretrtoides.

Para los parásitos internos, nematodos o fasciolas, se aplica lo mismo. Hay numerosos productos para ovinos, y también bovinos, con mezclas típicas de levamisol + benzimidazol (p.ej. albendazol, fenbendazol), endectocida + levamisol o benzimidazol, endectocida + closantel, etc. y a veces incluso de tres compuestos. p.ej. levamisol + benzimidazol + endectocida (p.ej. ivermectina). Como dicho anteriormente para los pour-ons de piretroide + organofosforado, comercialmente puede tener sentido, pues se piensa que si no trabaja el levamisol, trabajará el benzimidazol o el endectocida, o al revés. Pero desde el punto de vista de la prevención de la resistencia, en el caso de los ovinos es muy de temer que estas mezclas llegan demasiado tarde, es decir, que ya hay nematodos gastrointestinales resistentes a una o más de esas clases químicas, y el uso de las mezclas no hace más que agravar la resistencia y favorecer el desarrollo de resistencia múltiple.

Las mezclas también pueden tener sentido cuando se trata de controlar dos parásitos diferentes pero simultáneos. Por ejemplo amitraz (contra las garrapatas) con cipermetrina (contra las moscas y las garrapatas). En este caso, a las garrapatas se las está combatiendo con dos clases químicas, pero a las moscas no, pues el amitraz no tiene efecto sobre ellas. Otro mezcla típica es la de diclorvos (contra el tórsalo, las moscas y las garrapatas) con cipermetrina (contra las moscas y garrapatas). A las moscas y garrapatas se las combate con dos clases químicas y al tórsalo con una, pero el tórsalo no tiene por ahora problemas de resistencia (tiene muchos hospedadores alternativos).

Otras mezclas típicas son las de un antihelmíntico nematicida (p.ej. ivermectina o levamisol) con otro fasciolicida (p.ej. triclabendazol, clorsulón o closantel). Este tipo de mezclas tienen pues sentido desde el punto de vista del control de todos los posibles parásitos de un hato, ya que la mayoría de los nematicidas no son fasciolicidas y/o cestodicidas, o viceversa. Pero no hay que pensar que en estos casos se está atacando a un parásito por "dos lados", pues se está atacando a varios parásitos, cada uno por "un solo lado", con lo que no se está contribuyendo a retardar la aparición de resistencia.


Refugios de parásitos susceptibles (no resistentes)

La fauna salvaje sirve de refugio frente a la selección por el parasiticida

Como ya se ha explicado en el artículo de este sitio sobre la presión de selección y otros factores que afectan el desarrollo de resistencia (enlace), se entiende por «refugios» a hospedadores (el ganado mismo u otros animales domésticos o salvajes infestados por el parásito) o hábitats del parásito no expuestos a la acción del antiparasitario, donde por lo tanto, los individuos que se "refugian" en él no se ven sometidos a presión selectiva. Un ejemplo típico es la fauna salvaje que puede servir de hospedador a las garrapatas o a los nematodos gastrointestinales y que no se trata con garrapaticidas o con antihelmínticos.

En el contexto de la prevención de la resistencia conviene que haya siempre tales refugios, pues permiten sobrevivir a parásitos no seleccionados (en principio susceptibles, es decir no resistentes a los antiparasitarios) que se podrán cruzar con los seleccionados (más o menos resistentes) y así diluir o debilitar la resistencia.

En el caso de las garrapatas Boophilus y de las moscas de los cuernos, los estadios de desarrollo de vida libre que no están sobre el ganado que ha sido tratado, sino que están en el medio ambiente (es decir, las larvas de Boophilus en la hierba y las larvas de las moscas en las boñigas) no constituyen un verdadero refugio, pues para desarrollarse a adultos y reproducirse cruzándose con otro parásito deben primero infestar a un hospedador que, en la inmensa mayoría de los casos será siempre una res tratada. Es decir: entrarán en contacto con el parasiticida antes de reproducirse y serán sometidos a selección.

Para la sarna psoróptica ovina, tales refugios no pueden ser absolutamente más que una parte del ganado dejado sin tratar, pues Psoroptes ovis es específico de los ovinos. Para las garrapatas Boophilus, para las moscas de los cuernos, y para los dermanisos de las gallinas, aunque teóricamente hay hospedadores alternativos, en la inmensa mayoría de las propiedades también habría que dejar animales sin tratar, pues de ordinario la fauna salvaje que podría servir de refugio, o es insuficiente, o no tiene acceso a los gallineros infestados con dermanisos. En el caso de las moscas domésticas, por su movilidad, dejar una parte de las instalaciones sin tratar no supondría de hecho un refugio.

Dejar parte de los animales sin tratar no se plantea de ordinario en el caso de la sarna psoróptica ovina: las consecuencias de un brote de sarna en el ganado estabulado en pleno invierno serían demasiado costosas. Para las garrapatas Boophilus y las moscas de los cuernos sería posible dejar una parte del ganado sin tratar, pero habría que mantenerlos en potreros separados de los tratados: porque no puede excluirse el traspaso de sustancia activa de los animales tratados a los no tratados, salvo en el caso de uso de inyectables; y no podría excluirse que los descendientes de unos parásitos que no han sido expuestos al parasiticida infesten a un nuevo hospedador que sí lo ha sido, es decir, volverían a ser sometidos a selección. En el caso de las moscas de los cuernos, además, es fácil que las moscas pasen de un potrero a otro: espontáneamente, o por golpes de viento.

Una dificultad mayor para la aplicación de refugios dejando ganado sin tratar es que no hay apenas experiencias prácticas sobre cuánto ganado habría que dejar sin tratar para que el refugio tuviera el efecto deseado de retrasar sustancialmente el desarrollo de resistencia: ¿5%, 10%, 25% del hato? Para aclarar esto harían falta experiencias a nivel de campo larguísimas y muy costosas de realizar, y el resultado dependería de qué tipo de resistencia acaba apareciendo, de qué producto o clase química se ha utilizado, de qué ganado se emplea, etc. Hacer todos estos estudios requerirían decenios y millones de dólares que casi nadie puede invertir en este tipo de estudios.

Otra dificultad considerable, sobre todo en el caso de las garrapatas Boophilus, es el riesgo que el ganado no tratado correría de sufrir una infestación con hemoparásitos. Una opción intermedia menos arriesgada sería dejar efectivamente sin tratar el ganado de por sí más resistente a los parásitos. En una propiedad bovina con ganado europeo puro y cebuíno o cruzado, podría dejarse sin tratar al ganado cebuíno o cruzado, mucho menos susceptible a las garrapatas, y tratar sólo el europeo.

En definitiva, los refugios "artificiales" tienen teóricamente sentido, pero nadie puede decir aún, con apoyo en estudios serios, qué características (número de animales a no tratar, potreros separados o no, duración, etc.) deben reunir para ser realmente eficaces.


Reintroducción de parásitos susceptibles en una propiedad

Larvas de Rhipicephalus (Boophilus) microplus, la garrapata con mayores problemas de resistencia

No se puede excluir la posibilidad de que, en una propiedad concreta, una población de parásitos se vuelva resistente a todas las clases químicas disponibles hoy en día para su control. El riesgo es real y tal vez no lejano en el caso de las moscas domésticas y en los dermanisos de las gallinas y, aunque menos inminente, también en las garrapatas Boophilus, en las moscas de los cuernos y en los nematodos gastrointestinales.

Una de las razones es que cada vez pasan más años entre la introducción en el mercado de una nueva clase química de antiparasitarios y la siguiente. En el caso de los antihelmínticos contra los nematodos gastrointestinales se introdujo en 2009 el primer compuesto (monepantel) de una nueva clase química de antihelmínticos (derivados aminoacetonitílicos), cerca de 25 años después de que se introdujera la anterior (los endectocidas del tipo de la ivermectina).

Si una población de parásitos se hace multiresistente a todas las clase químicas de antiparasitarios, ¿qué hacer? Una opción discutida entre especialistas y teóricamente sostenible es reintroducir en dicha propiedad parásitos susceptibles, es decir, sin resistencia, para que se crucen con los resistentes y así debiliten la resistencia de la población total.

Para que esto funcione habría sin embargo que interrumpir los tratamientos con productos químicos durante un tiempo indeterminado, pues si los tratamientos continúan, lo primero que eliminarán son precisamente los individuos susceptibles reintroducidos. Habría que contentarse pues con las medidas de control no químico disponibles, que son las únicas que no decimarían selectivamente a los parásitos susceptibles reintroducidos, y esto por un tiempo indeterminado, pues no se sabe cuánto tiempo sería necesario para que esta estrategia surta efecto.

Otra condición para que funcione es que los individuos susceptibles reintroducidos deben ser biológicamente más vitales, más «fuertes» que los resistentes, deben tener alguna ventaja que haga que, al cruzarse con los resistentes, se impongan los genes de los susceptibles y no los de los resistentes. Sin embargo, la experiencia del autor es que las cepas de parásitos con garantías de susceptibilidad total, es decir, que no han sido expuestos a ningún parasiticida y por tanto no preseleccionados, son cepas mantenidas durante años en laboratorio, y precisamente por ello a menudo debilitadas, envejecidas podría decirse, menos vitales, o menos «fuertes» que las resistentes.

Es p.ej. el caso de la cepa de moscas domésticas WHO, utilizadísima en todos los laboratorios, o las cepas de garrapatas Boophilus Yeroongpilly (Australia) y Mozo (Uruguay). Estas cepas se han mantenido en laboratorio durante decenios y, en ausencia de selección natural (no sólo química), se han acumulado malformaciones y otras debilidades que hacen que sea al menos dudoso que, reintroducidas en el campo, sean efectivamente competitivas frente a las cepas de campo resistentes.

Otra dificultad no menor es que, de nuevo, nadie sabe cuántos individuos susceptibles habría que reintroducir en una propiedad para invertir o al menos debilitar la resistencia. La única experiencia de campo hasta cierto punto comparable y disponible es la de las campañas de liberación de machos estériles del gusano barrenador (Cochliomyia hominivorax) en los EEUU, México y América Central. Para esta campaña se han necesitado y siguen necesitándose verdaderas fábricas de moscas, y ha habido que liberar cientos de millones de moscas a lo largo de los años. Es pues de temer que, aunque en este caso se trataría de solucionar el problema en una propiedad y no de un continente, sería necesario producir cantidades considerables de Boophilus o de moscas de los cuernos susceptibles, que no son fáciles ni baratas de producir.


Enlaces a otros artículos sobre la resistencia en este sitio