¿Qué son rascaderos y polveras?

En el pasado, y sobre todo para el control de moscas en bovinos, se han utilizado abundantemente diversos dispositivos mediante los cuales el ganado se trata a sí mismo. Se trata de los rascaderos y de las polveras. Hoy en día siguen utilizándose pero a mucho menor escala.

Los rascaderos de diverso tipo se siguen usando en algunos lugares para el control parásitos externos como la mosca de los cuernos (Haematobia irritans) y de la mosca de la cara (Musca autumnalis). Consisten, p.ej. en una cadena recubierta de un tejido basto o de cuero y suspendida entre dos postes o árboles en los lugares de reposo preferidos por el ganado, o cerca de los puestos de agua o bloques minerales. El tejido o el cuero se satura periódicamente con antiparasitarios insecticidas mosquicidas (de ordinario un organofosforado o un piretroide), a menudo disueltos en algún tipo de aceite. El ganado va espontáneamente a rascarse y al hacerlo se impregna más o menos del insecticida.

Típico rascadero mosquicida artesanal

Las polveras consisten simplemente en una bolsa de un tejido basto (saco, estera, etc.) repleta de un polvo insecticida que se cuelga por encima del camino habitual que debe seguir el ganado, p.ej. el que siguen las vacas todos los días para entrar o salir de la sala de ordeño. Al pasar por debajo de la polvera, la res la roza o golpea, y el polvo insecticida que se desprende le cae sobre el lomo o la cabeza.

Estas polveras fueron bastante populares en numerosos países. Se les llamaba también «asuntoleras», por el nombre del producto más popular para este uso, el Asuntol, que contiene coumafós, un organofosforado. Hoy en día apenas se usan pues han sido sustituidas por alternativas más eficaces (pour-ons, orejeras, etc.).

La eficacia de estos dispositivos es muy irregular, debido sobre todo al comportamiento o a las características diferentes de cada animal individual. Si un animal es más bajo o alto que la media, al pasar bajo una polvera recibirá menos o más producto que el necesario para protegerse. Es obvio que unos animales se rascan más que otros, unos pasarán más rápidamente bajo la polvera, etc.

Esta imposibilidad de asegurar la dosificación adecuada de cada animal no se traduce sólo en una eficacia irregular, sino también en un posible exceso de los residuos legalmente permitidos en carne o leche en animales individuales. La consecuencia es que prácticamente no hay ningún producto mosquicida autorizado para este uso, pues las autoridades no pueden autorizar su uso si no se puede asegurar la dosificación precisa y correcta. Quedan algunos productos antiguos que no han debido renovar su registro, pero no se suelen autorizar ya nuevos productos.

Al no estar autorizados para este uso, los productos que se suelen emplear para ello no disponen de ordinario de instrucciones de uso para prepararlos correctamente, lo que hace aún más aleatoria la dosificación e imprevisible su resultado, tanto desde el punto de vista de la eficacia como de la seguridad (residuos, tolerancia). E incluso si disponen de dichas instrucciones, el hecho es que, por lo dicho arriba, nunca se sabrá qué animales reciben producto de más o de menos.