Definición de la resistencia

Un documento de la FAO (Resistencia a los Antiparasitarios: Estado Actual con Énfasis en América Latina, 2003) define la resistencia a los pesticidas como:

«la habilidad de una población de parásitos, para tolerar dosis de tóxicos que serían letales para la mayoría de individuos en una población normal (susceptible) de la misma especie».

Musca domestica, una especie que desarrola fácilmente resistencia a los mosquicidas

A efectos prácticos en el campo, se puede hablar de resistencia cuando un producto que ofrecía un buen control en el pasado falla repetidamente de modo más o menos rotundo, es decir, ya no es capaz de reducir la infestación de parásitos, incluso aumentando algo la dosis.

La resistencia afecta de ordinario a productos que se llevan usando durante años en una propiedad o en la misma mascota, y que poco a poco, o de pronto, ya no logran la misma eficacia que al principio. Pero puede afectar también a productos que nunca se usaron en una propiedad concreta, pues se da el fenómeno de la resistencia cruzada entre productos diferentes.

Hasta la fecha se han descrito casos de resistencia a los insecticidas en más de 500 especies de insectos (moscas, piojos, etc.), ácaros, garrapatas y gusanos (helmintos), tanto agrícolas como veterinarios, tanto parásitos como benéficos. No obstante, en no pocos casos se trata de cepas seleccionadas en el laboratorio, no de campo.


Factor de resistencia

Simplificando, se denomina factor de resistencia al resultado de dividir la concentración que hace falta para matar un parásito resistente, por la concentración que hace falta para matar un parásito susceptible, es decir, no resistente.

Por ejemplo, si para matar una garrapata susceptible hace falta que la concentración del acaricida en un baño sea al menos de 100 ppm (partes por millón=mg/kg), y para matar una garrapata resistente hacen falta 1000 ppm, el factor de resistencia sería en este caso 1000/100 = 10.

El factor de resistencia no se determina para un individuo sino para una muestra de una población de campo. En laboratorio se determina de ordinario qué concentración hace falta para matar el 50%, el 95% o el 100% de los individuos (DL50, DL95, DL100; DL=Dosis Letal, también abreviada LD del inglés lethal dose) de una muestra de campo, y simultáneamente se compara con una población patrón mantenida en laboratorio de la que se sabe que no es resistente. Después se determina el factor de resistencia para ese nivel (LD50, LD90, etc.).

Los factores de resistencia a un parasiticida concreto en poblaciones de parásitos de diversos lugares, incluso cercanos, pueden variar notablemente.

Factores de 2 a 5 (es decir que la concentración eficaz para controlar el parásito es entre 2 y 5 veces mayor que la de una cepa susceptible) se consideran más como tolerancia. Para la mayoría de los ectoparasiticidas de contacto (organofosforados, piretroides, amidinas, etc. usados en baños, pour-ons, orejeras, etc.) de ordinario el ganadero apenas detecta estos factores, porque la mayoría de los productos acaricidas e insecticidas se emplean a concentraciones que son más de 2 a 5 veces superiores a la mínima necesaria para matar al parásito, con lo que el producto sigue trabajando. Ocurrirá probablemente que se acorte algo el período de protección (efecto residual). No es así en el caso de numerosos ectoparasiticidas sistémicos (p.ej. endectocidas, inhibidores del desarrollo) y de muchos antihelmínticos (p.ej. benzimidazoles, levamisol, etc.), cuya concentración eficaz a la dosis recomendada no suele ser mayor de 10 veces la necesaria para controlar al parásito. Según qué producto, un factor de resistencia de 2 a 5 puede ser suficiente para hacerlo ineficaz o disminuir sensiblemente su eficacia o poder residual.

Factores de 10 a 100 significan que hace falta entre 10 y 100 veces más de parasiticida para matar a los parásitos. Estos factores son ya considerables, también para ectoparasiticidas de contacto. El ganadero los detectará, casi siempre porque inmediatamente tras el tratamiento habrá parásitos sobrevivientes, y porque el periodo de protección o efecto residual del producto se acortará significativamente: tendrá que tratar el ganado más a menudo.

Factores superiores a 100 significan en la práctica que el producto ya no sirve prácticamente para nada.

Contra los organofosforados y las amidinas los factores de resistencia son a menudo inferiores a 50 y el producto aún procura un cierto control. Sin embargo, no es raro que, contra los piretroides, los factores de resistencia alcancen valores de 500 y más, y esto en relativamente poco tiempo, lo que les convierte en completamente inútiles.

Contra los antihelmínticos es menos frecuente determinar el factor de resistencia, pues resulta bastante más trabajoso que en los ectoparasiticidas; suelen darse factores de resistencia relativamente bajos (5-25). Ahora bien, como se administran a concentraciones no muy superiores a la concentración eficaz, enseguida empiezan a perder eficacia. Pero a esto se añade que, al contrario de los parásitos externos, los helmintos parásitos "no se ven" como se ven las garrapatas o las moscas, es decir, el ganadero no se da cuenta inmediatamente que un antihelmíntico ya no trabaja bien, sólo notará que con el tiempo el ganado pierde condición, o que hay más casos de diarrea, o de anemia, etc.


Resistencia y estadios de desarrollo

Hay que saber además, que los diferentes estadios de desarrollo pueden mostrar una resistencia diferente entre sí. Esto es muy típico en los insectos con metamorfosis completa (holometabólicos), es decir en los que las larvas tienen forma de gusano: entre otros, todas las especies de moscas, mosquitos (zancudos) y pulgas. En estos insectos, las larvas pueden ser resistentes a una clase química -p.ej. a los organofosforados- y los adultos no, o viceversa.

En los insectos con metamorfosis incompleta (hemimetabólicos; p.ej. los piojos) así como en los ácaros y las garrapatas, si los adultos son resistentes a un parasiticida, los estadios inmaduros (larvas y ninfas) casi siempre también lo son. Pero es bastante común que los estadios juveniles (larvas y ninfas) sean más susceptibles a los parasiticidas que los estadios adultos, es decir, que la dosis letal para una larva o ninfa suele ser menor que para un adulto.


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