En este capítulo se trata de informar sobre los riesgos para el medio ambiente que pueden derivarse del uso de un antiparasitario en una explotación ganadera o por parte de propietarios de mascotas. No de los relacionados con su fabricación, transporte o almacenamiento industrial que son de otro tipo y magnitud y contra los que poco o nada pueden contribuir los ganaderos o productores pecuarios.

Al hablar de riesgos para el medio ambiente debidos al uso de parasiticidas veterinarios, hay que distinguir entre los riesgos inmediatos a corto plazo, comparables a los riesgos de intoxicación aguda de seres humanos y del ganado, y riesgos a largo plazo, comparables a los riesgos de intoxicación crónica para seres humanos y para el ganado.

Este artículo trata sobre los aspectos generales de la seguridad de los antiparasitarios para el medio ambiente. Si lo que busca es información específica sobre una sustancia activa concreta, pulse aquí.


Riesgos inmediatos para el medio ambiente por uso correcto de antiparasitarios ganaderos

Pictograma que indica que un producto es tóxico para el medio ambiente

Desde el punto de vista medioambiental, el uso correcto de la mayoría de los antiparasitarios actuales no está asociado a daños o riesgos considerables para el medio ambiente, en cualquier caso notoriamente menores que los que suponen el uso de plaguicidas agrícolas a gran escala. Esto es verdad sobre todo tras la casi completa desaparición del mercado de productos organoclorados, cuyo mayor problema consistía en ser muy persistentes en el medio ambiente y acumularse en la cadena alimenticia. Tras su retiro del mercado en la mayoría de países hoy en día ya no hay antiparasitarios veterinarios con esa capacidad de acumularse en el medio ambiente y en la cadena alimenticia.

No obstante, los piretroides, carbamatos y sobre todo los organofosforados, incluso utilizados correctamente pueden tener un impacto negativo sobre el medio ambiente. Un clásico ejemplo es la mortalidad de las aves que se alimentan de garrapatas muertas por el uso de garrapaticidas organofosforados y por lo tanto contaminadas con ellos.

Se ha investigado y discutido abundantemente sobre el impacto negativo de los residuos de antiparasitarios –sobre todo endectocidas , pero también de inhibidores del desarrollo– en las boñigas o bostas del ganado sobre la fauna coprófaga (escarabajos peloteros, larvas de numerosos insectos, etc.). Si bien es cierto que no se puede excluir del todo cierto impacto, los numerosos estudios realizados sugieren una incidencia sólo leve que no justicaría prohibir el uso de tales productos, tan eficaces y valiosos para proteger el ganado.

Otro caso particular es el de los inhibidores del desarrollo y otros larvicidas empleados para el control de las larvas de moscas en el estiércol, sea aplicados como aditivos de los piensos (sobre todo para cerdos y aves), sea aplicados directamente sobre el estiércol (en forma de líquidos, polvos, granulados, etc.). Con muy pocas excepciones, estos larvicidas matan no sólo a las larvas de las moscas indeseadas, sino también a muchos otros invertebrados que viven en el estiércol, entre los cuales hay especies benéficas que, de por sí, son predadoras naturales de las larvas de moscas (ver también artículos sobre «Moscas domésticas» y sobre el «Tratamiento directo del estiércol»). Por un lado es cierto que el estiércol de las empresas pecuarias no es en sí un ecosistema natural digno de protección especial. Pero eliminar toda su fauna natural dificulta su posible reciclaje y, si después se vierte en otros lugares, la fuerte acumulación de inhibidores del desarrollo puede tener un impacto negativo sobre la fauna natural del suelo o de cursos de agua cercanos.

Los bañaderos de inmersión y el medio ambiente

La cuestión más problemática desde el punto de vista medioambiental –aún muy actual– es la de la eliminación periódica del líquido de los bañaderos de inmersión (ver también artículo sobre los «Baños de inmersión» en este sitio). En efecto, con una periodicidad que puede variar entre los 6 meses y 2 a 3 años, según los países y regiones, siempre es necesario vaciar regularmente los bañaderos empleados para el control de garrapatas o moscas en bovinos. Se trata de desechar volúmenes del orden de 5’000 a 10’000 litros de agua con concentraciones de antiparasitario entre 100 y 500 mg/l (=ppm), lo que corresponde a entre 1 y 5 kg o litros del producto puro (garrapaticida, mosquicida, sarnicida, etc.), una cantidad muy considerable.

Es problemático, porque a menudo se hace siempre en en el mismo lugar (es decir, existe el riesgo de acumulación); frecuentemente cerca del bañadero (es decir, en lugares fácilmente frecuentados por el ganado y por los trabajadores); toda esa cantidad se vierte en una superficie relativamente pequeña (es decir, alta concentración en la tierra contaminada) y suele tratarse de productos muy tóxicos para el medio ambiente (organofosforados y piretroides, algo menos tóxicas las amidinas). Para reducir el impacto medioambiental, según el producto, ha de añadírsele alguna sustancia que acelere su descomposición (cal, sosa, etc.) en el suelo. Y la recomendación es siempre verterlos en terrenos sin cultivar (para no contaminar pastos ni plantaciones agrícolas) y en una superficie proporcionalmente grande. Pero durante este proceso, el riesgo de contaminación de aguas freáticas o cursos naturales de agua es considerable, lo que puede dar lugar a verdaderas catástrofes medioambientales locales, p.ej. si tales cantidades de piretroide acabaran en un río o laguna: podrían matar a millones de peces y otros animales acuáticos.

La situación es similar con los bañaderos de inmersión para ovinos, empleados sobre todo para la prevención de sarna, piojos y melófagos en invierno, y gusaneras y garrapatas («blowflies») en verano. Por un lado, su volumen suele ser sustancialmente menor (de 1’000 a 3’000 litros). Pero por otro lado, los bañaderos no se pueden dejar cargados durante meses, sino que han de vaciarse tras cada campaña de baños, es decir, de ordinario dos veces al año. El problema es pues en sí similar, pero se da también y sobre todo en países desarrollados (Europa, Australia, Nueva Zelanda, etc.) cuya opinión pública es especialmente sensible a la problemática medioambiental, a diferencia de los baños de inmersión para bovinos, que se usan fundamentalmente en América Latina y África, y algo en Australia y los EE.UU. En Europa y Australia, el uso de bañaderos de inmersión para ovinos ha disminuido considerablemente en las últimas décadas debido a restricciones gubernamentales y a la introducción de productos alternativos (endectocidas inyectables, pour-ons piojicidas y larvicidas, etc.) más costosos pero más cómodos de aplicar y menos problemáticos desde el punto de vista medioambiental. En Inglaterra, p.ej., se está estableciendo un inventario de antiguos bañaderos de inmersión como sitios altamente contaminados por la acumulación de parasiticidas (organoclorados, organofosforados y piretroides) en el suelo de su entorno inmediato, resultado de decenios de uso y eliminación de dichos productos en tales bañaderos.

De hecho en la actualidad, no hay una solución para la eliminación de tales cantidades de parasiticidas que sea practicable para los ganaderos, y ecológicamente admisible y por tanto aceptable para las autoridades de registro. La eliminación por vertido en un terreno baldío más o menos cercano al bañadero resulta ya del todo inadmisible para muchas autoridades. En vez de ello habría que transportar todo el volumen del baño a una planta industrial de eliminación de productos químicos, con el consiguiente costo. Se tolera, con enormes restricciones, el uso de antiguos productos ya registrados y aún muy eficaces y económicos; pero el registro de nuevos productos para baños de inmersión queda, si no legalmente prohibido, de hecho impracticable o costosísimo.

La consecuencia es que los laboratorios multinacionales no han desarrollado ningún nuevo producto para baños de inmersión desde que se introdujeron los últimos piretroides a finales de los años 70 del siglo pasado, es decir, desde hace ¡más de 40 años! Y me atrevo a pronosticar que esta situación es irreversible.


Riesgos inmediatos para el medio ambiente seguidos del uso indebido de antiparasitarios ganaderos

Algunos usos indebidos de parasiticidas, sobre todo los relacionados con la eliminación «salvaje» de restos de productos, pueden tener un efecto catastrófico sobre el medio ambiente. Con poquísimas excepciones, todos los garrapaticidas, insecticidas, mosquicidas, piojicidas, endectocidas e inhibidores del desarrollo tienen un amplio espectro de acción entre la fauna invertebrada (insectos y otros artrópodos) terrestre y acuática. Algunos son además altamente tóxicos para los peces (p.ej. los piretroides) o las aves (p.ej. los organofosforados y carbamatos). Por ello, el vertido de restos de productos más o menos concentrados en el medio ambiente supone un riesgo medioambiental enorme. Si por error o inadvertencia, el contenido de un bañadero cargado con piretroides se vertiera en un río o en un lago, resultaría mortal para millones de peces.

La eliminación «salvaje» de envases plásticos o de vidrio también supone una contaminación del medio ambiente, pero no sustancialmente diferente de la eliminación indebida de envases de otros productos domésticos o industriales.

Todos estos riesgos se multiplican, si el uso indebido no es un hecho ocasional y poco frecuente, sino que se repite regularmente y en el mismo lugar durante años.


Riesgos a largo plazo para el medio ambiente seguidos del uso de antiparasitarios ganaderos

Se sabe poco sobre los riesgos potenciales a largo plazo para el medio ambiente derivados del uso de antiparasitarios veterinarios. También en este caso cabe decir que, globalmente, son sustancialmente menores que los derivados del empleo de plaguicidas agrícolas, simplemente porque el volumen de productos parasiticidas aplicados es muchísimo menor que el de plaguicidas agrícolas, si bien en lugares concretos delimitados puede ocurrir lo contrario.

Hay algunas sustancias químicas no parasiticidas (p.ej. los «ftalatos») que a veces forman parte de los ingredientes de los productos antiparasitarios -es decir, son parte de la formulación- y de las que se sospecha que pueden afectar negativamente el medio ambiente a largo plazo a concentraciones ínfimas: porque tienen efectos de tipo hormonal sobre la fauna, sobre todo sobre peces, anfibios (ranas, sapos, salamandras, etc.) y reptiles. Pueden afectar el desarrollo embrionario causando malformaciones, y reducir la fertilidad.

Pero estos y otros productos con posibles efectos similares se emplean en muchos otros productos industriales en cantidades mucho mayores que las empleadas en los antiparasitarios veterinarios. Sin embargo, no puede excluirse que, en ecosistemas locales frágiles en regiones con predominio de la ganadería, el uso masivo de parasiticidas veterinarios pueda tener también un influjo negativo a largo plazo para el medio ambiente.


Riesgos para el medio ambiente seguidos del uso de antiparasitarios para perros y gatos

Puede decirse sin miedo a equivocarse, que los riesgos para el medio ambiete que pueden seguirse del uso de antiparasitarios para las mascotas son inmensamente menores que los de los productos ganaderos. Sobre todo por la diferencia sustancial de las cantidades en juego. Un ejemplo:

  • Una propiedad con 1000 reses en zona endémica de garrapatas (p.ej, en Mexico) a tratar por baño de inmersión en promedio cada 2 semanas durante 7 meses consume lo siguiente: 1000 reses X 15 baños X 5 litros por res = 75'000 litros de baño; si la dilución en el baño es 1:1000, serán pues 75 litros de producto; si el producto tiene el 30% de sustancia activa, serán pues 22,5 kg de sustancia activa.
  • Si en esa propiedad hay 2 perros a los que se les baña al mismo tiempo con el mismo producto, harán falta 2 perros X 15 baños X 0,5 litros por perro = 15 litros. Es decir, 4,5 gramos de sustancia activa, cinco mil veces menos.

No obstante, no hay que desestimar los riesgos de botar restos de antiparasitarios para mascotas (p.ej. el contenido no usado en envases caducados) en los retretes o letrinas, en un estanque público, en un riachuelo donde apenas se diluye, en un pozo, etc. Pues algunos antiparasitarios, sobre todo los externos, son altamente tóxicos para los peces y la fauna en general, especialmente los piretroides, organofosforados, carbamatos, fenilpirazoles, neonicotinoides, endectocidas y los inhibidores del desarrollo. Es decir, también en este caso hay que seguir las instrucciones de la etiqueta.