Los perros y los gatos son mamíferos, fisiológicamente próximos al hombre y, simplificando, puede decirse que lo que hace mal al hombre no hace bien a las mascotas.

Al igual que en los seres humanos, animales jóvenes, enfermos, viejos o debilitados son más proclives a sufrir intoxicaciones agudas, pues sus organismos soportan dosis menos elevadas que los animales sanos adultos. Las hembras preñadas y sus embriones son también especialmente susceptibles a intoxicarse con antiparasitarios.

Los antiparasitarios también conllevan riesgos de intoxitación para las mascotas y sus cachorros

Tanto para los seres humanos como para las mascotas o el ganado hay que distinguir entre riesgos de intoxicación aguda y riesgos de intoxicación crónica.

  • La intoxicación aguda resulta de la ingestión, contacto o inhalación, única o múltiple de una dosis relativamente alta en un breve intervalo de tiempo (horas, días) que produce efectos dañinos más o menos visibles pero inmediatos, es decir, a las pocas horas o días.
  • La intoxicación crónica resulta de la ingestión, contacto o inhalación repetida de dosis relativamente bajas en un largo intervalo de tiempo (meses, años) que produce efectos dañinos más o menos visibles sólo a largo plazo.

Este artículo trata sobre los aspectos generales de la seguridad de los antiparasitarios para perros y gatos. Si lo que busca es información específica sobre una sustancia activa concreta, pulse aquí.


Intoxicación (= envenenamiento) aguda de perros y gatos con antiparasitarios

Al igual que en los seres humanos, también las mascotas pueden sufir intoxicaciones agudas por ingestión o inhalación de un parasiticida o por contacto a través de la piel. Pueden ocurrir por error de aplicación (p.ej. equivocarse con el peso del animal, equivocarse de volumen al diluir concentrados, etc.), inadvertencia del operador (p.ej. confundir el parasiticida con otro producto), descuido (p.ej. dejar envases de concentrados parasiticidas abiertos al alcance de las mascotas), accidente, etc.

Lo mismo que para los seres humanos, animales jóvenes, enfermos, debilitados, viejos, y hembras preñadas son más susceptibles de sufrir intoxicaciones que animales sanos y bien alimentados, sobre todo porque la dosis tóxica puede ser menor y su organismo menos resistente a cualquier estrés.

Son particularmente peligrosos los concentrados para baños de inmersión o aspersión, líquidos o en polvo, que deben diluirse antes del uso, y especialmente los organofosforados y los carbamatos, entre los cuales muchos productos pertenecen a la las categorías  «sumamente peligrosos» o «muy peligrosos».

También ha habido problemas serios de intoxicación de perros y gatos con los spot-ons (pipetas) contra pulgas, garrapatas y otros parásitos, especialmente en gatos y en perros pequeños. En los EE.UU., según un informe de la EPA del 2010, la mayoría de los problemas ocurrieron con spot-ons a base de permetrina, fenotrina (=sumitrina) y amitraz, no autorizados para gatos, pero usados indebidamente en ellos, tal vez por despiste o confusión. También ha habido casos en perros, sobre todo pequeños, y por dosis excesivas, p.ej. porque el usuario ha comprado pipetas para mascotas más grandes (salen más baratas...) con la intención de usarlas varias veces, y luego ha aplicado demasiado producto al animal más pequeño. Parece también que los perros pequeños tienen simplemente la piel más sensible que los grandes y pueden reaccionar negativamente al tratamiento. Otra causa de intoxicaciones e intolerancias parece que debe atribuirse a los vehículos inertes (disolventes) de algunas formulaciones, no investigados lo suficiente y que parecen no ser tan inocuos como ingenuamente se suponía.

También pueden suponer un riesgo elevado para las mascotas algunos antiparasitarios internos (antihelmínticos), sobre todo los de vieja generación, con márgenes de seguridad bajos, es decir, la dosis tóxica está muy próxima a la dosis recomendada (p.ej. sólo el doble o el triple): un pequeño error en la preparación o en la estimación del peso del animal puede fácilmente resultar en una intoxicacón aguda.

Otro caso típico de riesgo de intoxicación aguda en mascotas es el uso indebido de plaguicidas agrícolas o antiparasitarios pecuarios, con la excusa comprensible de que salen más económicos, etc. Hay que saber, que los excipientes de las formulaciones agrícolas o para el ganado no han sido probados siempre con respecto a su efecto sobre las mascotas. Pueden pues ser irritantes, corrosivos, o claramente tóxicos para perros y gatos, de modo agudo o crónico, porque una mascota no es una planta, ni tiene la piel ni el estómago de una vaca o una oveja. Además, al no indicarse en la etiqueta cómo han de usarse en las mascotas, lo más probable es que la dosificación para controlar este u otro parásito en el perro o el gato sea incorrecta: o demasiado baja (y el producto será ineficaz y tal vez dañino al mismo tiempo), o demasiado alta y tóxica.

Un caso especial de esto, es el uso indebido del amitraz y la permetrina en gatos para los que ambos compuestos son tóxicos, a pesar de que pueden usarse con riesgo poco elevado en perros y en el ganado.

Además del riesgo de intoxicación propiamente dicha (envenenamiento del organismo), algunos antiparasitarios presentan otros riesgos adicionales, porque pueden ser irritantes (para la piel, los ojos, las vías respiratorias), corrosivos, etc. Entre los productos potencialmente irritantes han de contarse algunos con piretroides. Una irritación fuerte puede ocasionar comportamientos violentos o agresivos en los animales, que pueden causarles heridas, p.ej. por golpearse con objetos contundentes, o por rascarse mucho, o causar automutilaciones; también pueden darse abortos o partos prematuros en hembras preñadas.

Un riesgo particular es el que se da con algunas infecciones (p.ej. de gusanos del corazón como Dirofilaria spp o Angiostrongylus vasorum). No se trata de una intoxicación debida a la toxicidad del antiparasitario, sino a que el antiparasitario puede ser «demasiado» eficaz, es decir, mata a los gusanos muy rápidamente, lo que provoca una avalancha de antígenos en el organismo de la mascota que a su vez puede desencadenar una reacción alérgica anafiláctica, que puede ser incluso mortal.

Otro ámbito de complicaciones posibles es el de la susceptibilidad de ciertas razas de perros que no toleran bien los endectocidas (= lactonas macrocíclicas) tales como abamectina, doramectina, ivermectina, milbemicina oxima, moxidectina, selamectina, etc., ni la emodepsida (ni ciertos otros medicamentos no antiparasitarios) y que, a dosis no mucho mayores de las recomendadas pueden presentar problemas de tolerancia más o menos graves. Por ello la dosificación debe hacerse lo más exactamente posible. Se trata sobre todo de los Collies, que tienen una mutación (en el gen MDR-1) que afecta a la barrera sangre-cerebro que hace que ciertos medicamentos de ordinario no entren en el cerebro de los mamíferos. Además de los Collies también otras razas han mostrado problemas similares: Bobtail, Border Collie, Collie Barbudo, McNab, Galgo Silken, Galgo Whippet, Pastor Australiano, Pastor Blanco Suizo, Pastor Inglés, Pastor Shetland, Wäller, si bien la mutación defectuosa no se ha confirmado aún en todas estas razas, y las investigaciones cotinúan.

Además del problema específico mencionado de los Collies y otras razas con ciertos antiparasitarios, hay que mencionar la enorme diferencia que hay entre las diferentes razas de perros, no sólo de talla, sino también p.ej. de la piel, así como del entorno en el que viven (clima, alimentación, higiene, otras enfermedades o parásitos, etc.). Y que la gran mayoría de los antiparasitarios, durante el desarrollo del producto y antes de su comercialización, no se someten sistemáticamente a estudios de tolerancia en todas las razas de perros para detectar posibles problemas en esta u otra raza, es esta u otras condiciones. Es más, lo habitual es hacer los estudios principales de eficacia, metabolismo, tolerancia, etc. en una raza (casi siempre Beagle), a lo más en dos.

Después, se hacen ensayos clínicos de eficacia en dos o tres países clave con perros de las clínicas veterinarias. No se seleccionan razas en especial, sino que en el estudio se incluye "lo que hay", es decir, los perros que espontáneamente van a tales clínicas y reúnen las condiciones generales para entrar en el estudio. Un tal estudio suele abarcar de 50 a 100 animales, a veces varios cientos, con tal vez un par de docenas de razas, pero ahí termina. Es decir, se habrá probado un nuevo producto en unos mil o dos mil perros. Con ello se obtiene el permiso de comercialización y empieza la venta. Y no es raro, que los problemas con ciertas razas aparezcan después, cuando por la extensión del uso del producto se han repetido los casos problemáticos en una u otra raza.

Conviene saber además, que para el registro de genéricos (la inmensa mayoría de los productos para mascotas son genéricos), en muchos países no hace falta ningún estudio ni de eficacia ni de tolerancia. Es decir que el producto sale al mercado sin ninguna prueba de su inocuidad: se supone que es comparable al original, que es mucho suponer, porque a menudo la formulación es diferente o la calidad de los ingredientes es peor que en el producto original, etc.

En el caso positivo de que un nuevo producto se haya probado en unos 2000 perros antes de su lanzamiento, ya es algo. Ahora bien, dos mil perros, son nada, por así decirlo. Si un producto causa p.ej. problemas en 1/1000 de los perros tratados, se han estudiado 2000 y 2 tienen un problema, se considerará como no representativo, es decir, de ordinario se ignora. Ahora bien, tras el lanzamiento, un nuevo producto exitoso puede usarse en millones de perros en un año. Ahora bien, el 1/1000 de 10 millones de perros tratados son 10'000 perros con problemas, que ya sí que es representativo. En numerosos países existe la obligación de la farmacovigilancia, es decir, que los veterinarios deben señalar los casos de intoxicaciones o reacciones adversas, que se registran en una base de datos. Y si las autoridades lo consideran necesario, emiten advertencias o imponen medidas de precaución, o en casos límites prohiben el producto o ciertos usos.

Puede decirse en general, que para productos que llevan ya muchos años en el mercado, se sabe ya bastante bien si hay razas que no los toleran o que causan más problemas, y los laboratorios serios suelen también comunicarlo. Pero si se trata de productos nuevos en los primeros países de lanzamiento, o de productos de laboratorios de dudosa reputación, una cierta desconfianza no hará daño a nadie, sobre todo con perros muy pequeños, de salud delicada o de edad avanzada.

Por último conviene mencionar el problema creciente de las falsificaciones de productos, sobre todo de los más vendidos, es decir, de las marcas más conocidas. Lamentablemente se da una y otra vez, especialmente en América Latina, si bien la UE no está exenta de este problema, de modo exactamente similar a como ocurre con medicamentos humanos. Hay verdaderas mafias criminales detrás de este comercio de falsificaciones, aunque a veces se trata también de pequeños mahechores locales. No compre productos de farmacias o veterinarias que no le sean de absoluta confianza, o de tiendas en línea en Internet de dudosa identidad y que prometen descuentos inverosímiles. Respecto a la venta electrónica, NUNCA reaccione a ofertas en correos electrónicos no solicitados (del tipo VIAGRA...). Visite los sitios directamente, busque la dirección social del sitio, llame por teléfono, pida referencias, etc. Ante la menor duda, lo mejor y lo único seguro es abstenerse y consultar a su médico veterinario.

Síntomas de intoxicación aguda de las mascotas con antiparasitarios

Los síntomas de intoxicación aguda en las mascotas son similares a los que pueden manifestarse en los seres humanos: mareos, vómitos, náuseas, pérdida del equilibrio, desvanecimiento, diarrea, cólicos, etc., pero depende del tipo de antiparasitario o medicamento, y del estado de salud individual de cada animal.

Para información más específica consultar en este sitio las fichas toxicológicas de los antiparasitarios más extendidos (enlace).


Intoxicación crónica de perros y gatos con antiparasitarios

Se da una intoxicación crónica cuando la mascota sufre una exposición relativamente baja, pero repetida y prolongada a un producto, concentrado o diluido, de uso externo o interno. Esto puede ocurrir p.ej. con productos de uso preventivo frecuente (p.ej. mensual): pulguicidas, garrapaticidas, preventivos del gusano del corazón, desparasitantes internos, etc.

Ahora bien, de ordinario, la dosis de dichos productos está calculada para que no tenga efectos tóxicos, y de ordinario la mascota no sufre daño por ello. El riesgo puede surgir por error crónico (es decir repetido) de aplicación (p.ej. dosis excesiva por estimar el peso en más del real), porque el animal está debilitado por las razones que sea, etc.

A diferencia de la mayoría del ganado, que a los 3-4 años de vida se envía a matadero y, por así decir, no vive lo suficiente para desarrollar enfermedades crónicas, las mascotas pueden vivir muchos años, en cualquier caso los suficientes para que efectivamente puedan sufrir las consecuencias de intoxicaciones crónicas. Ahora bien, los síntomas de tales intoxicaciones crónicas son mucho más difusos que los de las intoxicaciones agudas, y puede ser más difícil atribuirlos a las consecuencias del uso prolongado de un antiparasitario en vez de a otras patologías.

Trastornos como los que se sospecha que podrían surgir en seres humanos debidos a una exposición crónica a parasiticidas («síndrome de fatiga crónica», «gripe del baño de ovinos», etc.) es poco probable que ocurran en las mascotas y rara vez llegarían a diagnosticarse. Las alergias e intolerancias, a los antiparasitarios y otros alérgenos y medicamentos, están más estudiadas en las mascotas que en el ganado, y no puede excluirse que se den ellas tras un uso prolongado.