El clorpirifós se introdujo en la década de 1950 como insecticida y acaricida de amplio espectro. Pertenece a la clase química de los organofosforados que se usaron masivamente entre 1960-1990. Ya entonces, numerosos parásitos externos desarrollaron resistencia a estos compuestos: garrapatas, moscas, pulgas, mosquitos, etc.

La resistencia a los organofosforados (incluido el clorpirifós) persiste en todo el mundo, es muy frecuente, y puede ser elevada (factores de resistencia >100).

La resistencia múltiple está muy extendida, especialmente en garrapatas de un hospedador Rhipicephalus (Boophilus) spp, en los ácaros rojos Dermanyssus gallinae y en las moscas domésticas Musca domestica.


Parásitos resistentes al clorpirifós

  • PERSPECTIVA. La resistencia a los organofosforados no desaparecerá, incluso tras décadas sin usarse, y puede seguir extendiéndose y reforzándose allí donde siguen usándose estos compuestos (o los carbamatos), sólos o en mezclas con compuestos de otras clases químicas (piretroides, amitraz, etc.).  
  • MEDIDAS RECOMENDADAS. La medida más recomendada es implementar el Manejo Integrado de Parásitos (MIP) y/o aplicar medidas para la prevención de infestaciones que reduzcan el uso de productos químicos. Donde antiparasitarios de otras clases químicas siguen siendo eficaces contra estas garrapatas, la rotación de productos es muy recomendable, es decir, interrumpir el uso de  organofosforados durante varios años y sustituirlos por sustancias activas de otras clases químicas con mecanismos de acción diferentes. La rotación es también muy recomendable donde aún no hay problemas de resistencia, precisamente para retrasar su aparición.

Los casos más críticos de resistencia de parásitos veterinarios a los organofosforados (incluido el clorpirifós) son:

  • Garrapatas de un hospedador (Rhipicephalus (Boophilus) spp en bovinos en todo el mundo en regiones tropicales y subtropicales. La resistencia de Rhipicephalus (Boophilus) microplus a los organofosforados (incluido el clorpirifós) se reportó en Australia ya en la década de 1960. A partir de 1980 la resistencia de estas garrapatas era ya muy frecuente en la mayoría de países donde abundan estas garrapatas. Sin embargo, los organofosforados fueron paulatinamente sustituídos por el amitraz y los piretroides a partir de 1980, a menudo antes de que la resistencia a los organofosforados alcanzara niveles elevados. Sin embargo, la resistencia a los piretroides se disparó a finales de la década de 1990, lo que ha llevado a un cierto retorno de los organofosforados, y hoy en día se usan de nuevo moderadamente en numerosas regiones, a menudo en mezclas con compuestos de otras clases químicas (piretroides, amitraz, etc.), sobre todo en concentrados para baños de inmersión o aspersión, y en pour-ons.
    • PARASITICIDAS ALTERNATIVOS para ROTACIÓN.
    • Amitraz. El amitraz es un antiparasitario externo disponible sólo para baños de inmersión o aspersión. Pero hay ya numerosos casos de resistencia de estas garrapatas al amitraz en todo el mundo, y va en aumento por su uso creciente como alternativa a los piretroides, afectados por problemas de resistencia más graves que los del amitraz. El amitraz sólo controla garrapatas y algunas especies de piojos.
    • Fipronil. Este compuesto está autorizado para el control de garrapatas en algunos países (p.ej. en América Latina e India), pero no en Australia, la UE o los EE.UU. Sólo está disponible como pour-on. De ordinario tiene un periodo de espera muy largo de unas 12 semanas. Ya hay reportes de resistencia de R. microplus al fipronil en varios países de América Latina (p.ej. Argentina, Brasil, México y Uruguay) y en India. El fipronil no controla parásitos internos como los nematodos gastrointestinales.
    • Fluazurón. Este compuesto está disponible en la mayoría de países donde estas garrapatas son un problema. Pero es muy específico contra las garrapatas (espectro reducido) y no controla otros parásitos externos (p.ej. moscas) ni internos. Sólo está disponible como pour-on. Hay ya algunos reportes de resistencia de R. microplus al fluazurón, p.ej. en Brasil.
    • Lactonas macrocíclicas (abamectina, doramectina, eprinomectina, ivermectina, moxidectina). Hay ya reportes de resistencia de R. microplus a la ivermectina en América Latina (p.ej. Argentina, Brasil, México y Uruguay) y también en India. También hay reportes de resistencia de R. annulatus en Egipto, y de R. decoloratus en África del Sur. Todo hace pensar que el problema acaba sólo de empezar.
    • Piretroides. La resistencia de las garrapatas a los piretroides (sobre todo cipermetrina, deltametrina, flumetrina y permetrina) está más extendida y es de ordinario mayor que a los organofosforados. No obstante, en algunos lugares no se excluye que sean aún eficaces.

Hay reportes sobre otros parásitos que han desarrollado resistencia o tolerancia a los organofosforados. Pero no se analizan en detalle en este sitio porque, por ahora, se trata de casos regionales limitados, o no representan todavía una amenaza global para los animales domésticos. Las medidas recomendadas para hacerles frente son más o menos las mismas que para los casos más críticos: Rotación a compuestos de otras clases químicas con mecanismos de acción diferentes que siguen siendo eficaces, y/o implementar el Manejo Integrado de Parásitos. Se pueden mencionar los siguientes casos:

Hasta la década de 1990 los organofosforados se usaron masivamente en el ganado, en equinos y mascotas en todo el mundo contra muchos parásitos externos (garrapatas, moscas, pulgas, piojos, etc.), a menudo en mezclas con otros compuestos de clases químicas diferentes. A partir de 1980 fueron progresivamente sustituidos por los piretroides, y a partir de 1990 por las lactonas macrocíclicas, lo que llevó al abandono paulatino de los organofosforados en muchos lugares, sea por las crecientes restricciones de seguridad impuestas por las autoridades, sea porque los fabricantes los retiraron del mercado. 

Hoy en día el clorpirifós se sigue usando moderadamente en algunos países en algunos curabicheras y concentrados para baños de inmersión o aspersión del ganado, en algunas orejeras (aretes, caravanas) contra moscas de los cuernos (Haematobia irritans) en bovinos, y contra las pulgas en algunos collares y productos de bajo costo como aerosoles, baños, champús, polvos, sprays, etc. para perros. Apenas se usa en equinos. Los gatos no toleran el clorpirifós.

Como regla general hay que contar con que todas las sustancias activas de la misma clase química muestran resistencia cruzada entre ellas. Es decir, si una población de parásitos ha desarrollado resistencia a una de ellas, será más o menos resistente a todas las demás.

Las sustancias activas de esta clase química más empleadas aún contra parásitos veterinarios son: clorpirifós, cumafós, diazinón, diclorvos, etión y triclorfón.

Pulse aquí para consultar otros artículos sobre la resistencia de parásitos veterinarios a otras clases químicas o compuestos antiparasitarios específicos.


Donde las haya, atenerse a recomendaciones regionales o nacionales para prevenir la resistencia, o manejarla si ya está desarrollada.

Para evaluar los problemas de resistencia hay que considerar que la innovación en el campo de los parasiticidas para el ganado y equinos ha disminuido notablemente en las últimas décadas.

  • La última clase química de nematicidas realmente nueva para bovinos y equinos (ivermectina perteneciente a lactonas macrocíclicas) se introdujo en la década de 1980; para ovinos y caprinos en la década del 2000 (monepantel, derquantel)
  • La última clase química de garrapaticidas realmente nueva para bovinos (fluazurón, perteneciente a las benzoilureas) se introdujo en la década de 1990.
  • La última clase química de ectoparasiticidas para ovinos (diciclanil, spinosad) se introdujo en la década de 1990.
  • La última clase química de trematicidas para el ganado (contra las duelas; albendazol, triclabendazol, pertenecientes a los benzimidazoles) se introdujo en la década de 1970.

Esto significa que la probabilidad de que se introduzcan nuevas clases químicas con mecanismos de acción diferentes a los de los productos actuales es muy pequeña. La razón es que, desde hace décadas, la inmensa mayoría de los laboratorios de salud animal ha enfocado su investigación y desarrollo en el mercado de mascotas, mucho más rentable que el mercado ganadero. La consecuencia es que, por lo que se refiere a la gestión de la resistencia, casi nada nuevo (es decir, con un mecanismo de acción nuevo) se ha introducido en las últimas décadas. Casi todos los nuevos productos comerciales introducidos han sido nuevas formulaciones o mezclas de viejas sustancias activas, entretanto ya genéricas, es decir: más de lo mismo.


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