Imagen de marcas de antiparasitarios

Es bien conocido que la etiqueta de exactamente el mismo producto comercial contiene indicaciones y recomendaciones de uso diferentes según el país en el que se comercializa.

Estas diferencias se explican fundamentalmente por tres motivos:

  • Legislaciones y reglamentaciones nacionales divergentes
  • Políticas comerciales de los laboratotios
  • Diferencias epidemiológicas o pecuarias entre los países

Legislaciones y reglamentaciones nacionales divergentes

El contenido de la etiqueta de un antiparasitario está reglamentado en cada país. Lamentablemente, la armonización entre los países es pésima, a excepción de la Unión Europea. Es decir, que las autoridades de cada país emiten las normas que, por la razón que sea, les parecen necesarias u oportunas, sin importarles mucho lo que hacen países vecinos.

Por un lado, tanto el diseño de la etiqueta (tamaño, formatos, colores, contenidos) como la información que debe incluirse (ingredientes, dosificación, indicaciones, medidas de seguridad, etc.) están reglamentados de modo diferente. Así, por ejemplo, en algunos países debe indicarse el país de origen y en otros no; en algunos países hay códigos de colores según las clases de seguridad o las clases químicas, en otros no; en algunos países hay indicaciones sobre la eliminación de productos, en otros no; etc.

Por otro lado, las exigencias de eficacia para aprobar una indicación de un producto también varían de un país a otro. Así por ejemplo, mientras que un país aprueba para el control de garrapatas un producto que ha mostrado en ensayos de campo una eficacia del 90% a la dosis X, otro país exige que el control sea al menos del 99%, para el que hace falta aplicar la dosis Y. Si un producto concreto alcanza sólo el 97% de control a la dosis X, estará aprobado en un país, pero no en el otro; o bien en un país estará aprobado a la dosis X, y en otro a la dosis Y.

Un caso típico de legislaciones divergentes se da entre países con programas de erradicación de algún parásito (p.ej. de garrapatas en Argentina, Uruguay, etc.). En estos países las exigencias de eficacia para dar el permiso de comercialización a un antiparasitario y sus recomendaciones de uso (p.ej. la dosificación) suelen ser notablemente más exigentes que en otros.

También las exigencias de seguridad pueden variar de un país a otro. Así por ejemplo, si en un país se exige un límite máximo de residuos (LMR) de 1,0 ppm en carne y en otro se exige un LMR de 0,5; el tiempo de espera en un país podría ser de 1 semana, y en el otro serían necesarias 2 o más semanas.

Imagen de una etiqueta


Políticas comerciales de los laboratorios

Para obtener el permiso de comercialización de un producto antiparasitario en un país determinado, cada laboratorio debe presentar un dossier técnico que incluye, entre otros estudios, ensayos de eficacia contra los parásitos (moscas, pulgas, garrapatas, piojos, etc.) que pretende controlar, en las especies y tipos de ganado (bovinos de engorde, bovinos lecheros, ovinos, porcinos, aves ponedoras, broilers, etc.) o mascotas que desea incluir en la etiqueta.

Realizar estos estudios cuesta tiempo y dinero: en el fondo es una inversión. Y un laboratorio puede llegar a la conclusión de que en un país determinado no le merece la pena hacer una inversión para una indicación o un ganado concreto por numerosas razones: porque el mercado es muy pequeño (por ejemplo el control de garrapatas en ganado lechero), porque tiene un producto alternativo mejor o más rentable que ya cubre esa indicación, porque no tiene recursos suficientes, porque hay demasiada competencia, etc.

El resultado es que el mismo producto en un país puede estar aprobado para el uso en bovinos de engorde y lecheros a la dosis X contra infestaciones de garrapatas, y en otros no, o a la dosis Y, o sólo en bovinos de engorde, etc.


Diferencias epidemiológicas o pecuarias

Hay diferencias epidemiológicas notorias entre los países. En Europa no hay gusanos barrenadores, ni tórsalo, ni garrapatas Boophilus microplus. Por lo tanto en España ningún producto (p.ej. un endectocida) tendrá estas inidicaiones en la etiqueta, aunque en sí sea eficaz contra tales parásitos. En América Central y del Sur no hay hipodermosis, ni Wohlfahrtia, por lo que estas indicaciones faltarán en esos países.

Productos específicos contra tales parásitos ni siquiera estarán registrados en esos países: el fluazurón, un inhibidor del desarrollo de las garrapatas para el control de Boophilus microplus no está registrado en la UE ni en España. El diciclanil, un inhibidor del desarrollo de califóridos para el control de miasias cutáneas por califóridos y Wohlfahrtia en lanares está registrado en la UE y en España, pero no lo está en ningún país de América Latina.

También hay diferencias pecuarias entre los países: ciertos submercados son muy pequeños o faltan del todo: p.ej. ovinos o caprinos lecheros, camélidos andinos (llamas, alpacas, etc.), etc.; o ciertos métodos de aplicación, p.ej. baños de inmersión para bovinos (apenas se usan en la UE), etc. En tales países, muchos laboratorios no incluirán esas indicaciones en la etiqueta de un producto, aunque dicho producto las incluya en otros países.


Consecuencias

Las diferencias en las etiquetas de los antiparasitarios entre los distintos países tienen muchas consecuencias negativas para los ganaderos, productores y, aunque en menor medida, también para los propietarios de perros y gatos.

Por un lado complican los procesos de registro y de comercialización de los productos, lo que eleva los costos y en consecuencia los precios de venta.

Por otro lado pueden surgir trabas a la importación-exportación de productos, lo que reduce la competencia entre laboratorios. Esto a su vez favorece las situaciones de monopolio u oligopolio, o la formación abierta o encubierta de carteles entre laboratorios o distribuidores. Esto contribuye también a mantener precios elevados de los productos por falta de competencia. Además se dificulta la disponibilidad de productos para los usuarios, p.ej. en zonas fronterizas de difícil acceso.

Al omitirse algunas indicaciones en las etiquetas de un producto, para las que sería adecuado en sí, se favorece el uso indebido. En efecto, numerosos ganaderos, productores o propietarios de mascotas acaban enterándose o descubriendo que el producto sirve para dichas indicaciones y que incluso en otros países está autorizado para ello. Pero al no disponer de recomendaciones precisas de uso en la etiqueta, lo usarán como "Dios les dé a entender", con riesgo notable de uso incorrecto.